Entrevista

Educación y diversidad: Un cambio de paradigma que pone a los vínculos en el centro de la escena

Atender a la diversidad en todo contexto, pero principalmente desde el aula, supone el reconocimiento de la otra persona, de su individualidad. Se inscribe en un contexto de revalorización de lo personal, de los vínculos y de las diferencias. Trabajarlo desde la tarea docente exige replanteos.

María Inés González (profesora especial, licenciada en Pedagogía, egresada y docente de la Tecnicatura Superior en Operador de Psicología Social que se dicta en el Instituto Superior San José) propone trasladar el eje de atención en el proceso de enseñanza – aprendizaje: dar menor relevancia a los contenidos curriculares para trabajar, en primer lugar, las relaciones interpersonales, promoviendo experiencias colaborativas de aprendizaje que tengan como actores principales a los estudiantes.

De esa forma, asegura la profesional, aflora la diversidad, se establece una conexión con el otro, incluyendo las diferencias y dejando fuera  las desigualdades.

¿Cómo definir la diversidad en el aula?

Educar en la diversidad implica promover una educación para todos, donde se incluyan las diferencias y se puedan excluir las desigualdades. Donde se pueda armar un dispositivo de intervención o una propuesta educativa que permita el crecimiento y el pensamiento crítico. Pero, por sobre todo, tiene que ver con aceptar las diferencias y trabajarlas. Es entender que todos somos diferentes y que todos tenemos muchas habilidades y capacidades para compartir y aprender del otro. Implica un trabajo colaborativo. En definitiva, educar en diversidad es enseñar a ser mejores personas.

¿De qué manera un docente puede cultivar la diversidad desde su tarea?

En primer lugar, se debe empezar a poner al alumno en el foco de la escena. Él tiene que ser el centro de todo un proceso en el que lo importante ya no sea tanto el contenido, sino la persona, el estudiante.

Debemos darle confianza, generar un vínculo, promover la interacción. Está demostrado que, para poder aprender, un estudiante no sólo necesita conectar cognitiva sino también emocionalmente. Y en esto, el docente juega un rol fundamental porque puede generar un clima de confianza, positivo, a través de juegos, dinámicas, en las que estoy e interactúo con el otro. Así, el otro comienza a cobrar relevancia, ya que empiezo a reconocer sus capacidades y habilidades.

De esta forma, la comunicación permite empezar a generar otro tipo de relaciones, con vínculos más sanos, en los que los prejuicios que se tienen caen al encontrarme con el otro. Ese encuentro tiene que ser genuino y esto es muy posible. Reitero, en esto, es necesario deja el contenido en segundo plano para que la persona cobre mayor relevancia.

¿Es posible diseñar situaciones de aprendizajes que abarquen la multiplicidad de diversidad que puedan convivir en el aula?

Sí, es posible, porque cuando comenzamos a conocer a nuestros estudiantes se nos empiezan a ocurrir estrategias, una forma diferente de interactuar. Empieza a fluir la comunicación y se promueven muchas instancias de colaboración entre los alumnos; y el docente, pasa a ser una especie de mediador, se corre del centro de la escena y son los mismos estudiantes los que cobran protagonismo. De esa manera, el aprendizaje surge de manera colaborativa. Y si ellos son el centro del proceso de aprendizaje, cada uno comienza a poner sus habilidades y capacidades en juego, y ahí es donde se ve la diversidad en cada uno, en ese trabajo colaborativo y grupal.

¿Qué características del docente hacen posible desarrollar potencialidades desde la diversidad?

Un docente debe inspirar, motivar y generar en el estudiante no sólo capacidades cognitivas sino también emocionales. Debe ser creativo, promover la comunicación, la interacción entre los alumnos, la comunicación; y comenzar a entender que, a veces, enseñar no implica que el otro aprenda. Tiene que pasar por la experiencia, por la posibilidad de generar una experiencia de aprendizaje, donde el estudiante pueda ser activo en el proceso. Y no como lo hacíamos hace unos años, cuando el docente esperaba transmitir todo aquello que tenía planificado.

El aprendizaje pasa hoy por otras circunstancias, requiere una interacción con ese contenido. Es el alumno el que genera el aprendizaje; y el docente, un mediador que debe generar esas instancias, experiencias y oportunidades de aprendizaje.

Episodio 1
Entrevista: María Inés González